El mercado inmobiliario en Argentina atraviesa un proceso de ajuste y autorregulación, impulsado por la situación económica y la falta de políticas habitacionales continuas. Desde MAÑANAS EN ORSAI hablamos con el agente inmobiliario Néstor Savalio quien aseguró que los propietarios están buscando formas de mantener a sus inquilinos de confianza: «Hay una tendencia de los propietarios a intentar arreglar con la misma gente para que no tengan que irse, sobre todo cuando son buenos inquilinos, se busca la forma», señaló.
Los contratos actuales se firman por un plazo de dos años, con ajustes trimestrales basados en el Índice de Precios al Consumidor (IPC). Los alquileres para una familia tipo (dos habitaciones) rondan entre los 150 y 200 mil pesos. Sin embargo, cuando los valores son demasiado altos, el mercado tiende a regularse solo. «En Bragado sucede que cuando los valores superan un determinado monto, los inquilinos no alquilan, entonces se va autorregulando, ya que no se cuenta con sueldos tan altos aunque las propiedades lo valgan», explicó Savalio.
En cuanto a la compra de inmuebles, se ha observado un leve repunte tras la pausa que comenzó en julio de 2023. «Este año se nota un poco más de movimiento. Lo que he notado ahora que se reinició es que la gente comenzó a sacar los dólares de abajo del colchón. Ni el blanqueo ni los créditos tuvieron incidencia en el mercado local», aseguró Savalio.
La falta de acceso a la vivienda propia es una problemática que lleva décadas. Al respecto, Néstor dijo «Hay un déficit habitacional tan grande desde los últimos 50 años, al no haber existido políticas de continuidad para acceder a una vivienda propia, ni estabilidad económica y laboral, que alquilan personas de todas las franjas etarias, aunque principalmente son parejas jóvenes».
El plan PROCREAR fue la última política habitacional significativa en el país, pero fue reemplazado por los créditos UVA durante la gestión de Mauricio Macri, que inicialmente ofrecían cuotas accesibles pero que hoy se han vuelto impagables.
Este panorama refleja un mercado inmobiliario local en proceso de adaptación, con alquileres que dependen de la negociación entre propietarios e inquilinos, y ventas que lentamente comienzan a reactivarse en un contexto económico complejo.