En un escenario que simula el espacio de un Pago Fácil, Ramiro García Zacarías nos invita a reflexionar sobre cómo la lógica burocrática atraviesa nuestra vida diaria y nos consume. Su obra, «El precio internacional del mango», no solo pone en escena una crítica mordaz al sistema, sino que también nos interpela en nuestras propias contradicciones y frustraciones cotidianas.
«Siempre me llamaron la atención estos lugares donde uno va con la intención de pagar y, sin embargo, todo se traba», comentó García. «Esa situación de querer cumplir, pero no poder, es lo que da pie a esta obra, donde se busca remarcar el absurdo de lo burocrático».
Un desafío doble: crear teatro independiente en tiempos de crisis
El proceso de llevar esta obra al escenario no ha estado exento de dificultades. Sin apoyo estatal y en un contexto de recortes presupuestarios, García confiesa que montar una producción teatral independiente se convierte en un acto de resistencia. «El público que suele consumir teatro también ve reducidos sus ingresos, y en momentos de crisis, las salidas culturales son lo primero que se recorta», explicó.
A pesar de las adversidades, García resalta la gratificación de concretar un proyecto como este: «Más allá de lo que suceda fuera de la obra, lo que más gratifica es poder hacerlo, llevar adelante la obra».
Sin embargo, el actor y dramaturgo no deja de señalar los desafíos estructurales que enfrenta el teatro independiente. «La Asociación Argentina de Actores defiende nuestro trabajo, pero las producciones independientes son las que menos apoyo reciben porque generan menos ingresos», señaló. «Quienes hacemos teatro independiente necesitamos empezar a sistematizar procesos que nos permitan profesionalizar nuestro trabajo y exigir mejoras en las condiciones».
El precio internacional del mango se presentará el próximo 7 de diciembre a las 22 horas en el Teatro Constantino. Las entradas ya están disponibles en la boletería del teatro.
Esta obra promete ser una experiencia única, un retrato de la vida moderna en su dimensión más absurda y desesperante, pero también una muestra del compromiso y la pasión que mueven a quienes siguen apostando por el arte independiente como vehículo de reflexión y transformación.